Dislexia: comprender, reconocer y acompañar desde una mirada inclusiva.
- aini escribe

- 14 jul
- 3 Min. de lectura
La dislexia es una condición específica del aprendizaje que puede generar dificultades en la lectura, escritura y ortografía. Aunque es más común de lo que parece, muchas personas viven largos periodos sin saber que la tienen, enfrentando incomprensiones en casa o la escuela. Hablar de dislexia es hablar de acceso, empatía y derecho a aprender de forma respetuosa.
¿Qué es la dislexia?
La dislexia no es una enfermedad ni un reflejo de baja inteligencia. Se trata de una forma distinta de procesar el lenguaje, de origen neurobiológico. Las personas con dislexia suelen tener dificultades para identificar sonidos del habla y relacionarlos con las letras y palabras. Esto afecta habilidades como la decodificación, la fluidez lectora o la escritura, pero no compromete la capacidad de comprensión, creatividad o análisis.

Señales comunes en la infancia y adolescencia
No todas las personas con dislexia se manifiestan igual, pero algunos signos frecuentes incluyen:
Lectura lenta, con omisiones o inversiones de letras
Dificultades para escribir palabras correctamente, incluso palabras conocidas
Problemas con la ortografía o la escritura espontánea
Dificultad para aprender rimas, secuencias o el alfabeto
Confusión entre izquierda y derecha
Baja autoestima relacionada con el aprendizaje
Impacto en casa y en la escuela
Cuando no se reconoce, la dislexia puede generar frustración, desmotivación o incluso rechazo hacia la escuela. En casa, madres, padres o cuidadores pueden sentir preocupación por el rendimiento académico sin entender qué ocurre. En muchos casos, niños y niñas son etiquetados como "flojos" o "distraídos", cuando en realidad necesitan estrategias adecuadas a su forma de aprender.

¿Cómo acompañar a una persona con dislexia?
El primer paso es observar sin juicio. Si hay sospecha, lo ideal es acudir con profesionales que puedan realizar una evaluación integral y respetuosa. No se trata de poner una etiqueta, sino de entender qué necesita esa persona para aprender mejor.
Desde casa:
Ofrecer apoyo emocional constante. Validar sus logros, por pequeños que parezcan.
Crear rutinas claras que le ayuden a organizarse.
Fomentar la lectura en voz alta sin presión, desde textos que le interesen.
Establecer una comunicación fluida con la escuela.
Desde la escuela:
Evitar comparaciones. Cada estudiante aprende a su ritmo.
Usar apoyos visuales, mapas mentales o lectura compartida.
Adaptar materiales sin reducir el contenido.
Promover una cultura de respeto a la diferencia, no de competencia.

Diagnóstico temprano, acompañamiento continuo
Detectar la dislexia a tiempo puede marcar una gran diferencia en la trayectoria escolar y emocional de una persona. No se trata de "corregir", sino de acompañar. Las adecuaciones no son privilegios, son recursos para garantizar el derecho a aprender.
Además, muchas personas con dislexia desarrollan fortalezas como el pensamiento creativo, la resolución de problemas o la comprensión visual. El objetivo no es encajar en moldes, sino construir espacios donde cada quien pueda desplegar su potencial.
Hablar de dislexia no es solo un tema académico, es una conversación sobre derechos, acceso y bienestar. La información oportuna permite reconocer, acompañar y transformar experiencias escolares que de otro modo podrían ser dolorosas. En AINI, creemos en una educación que abrace la diferencia desde la comprensión, no desde la exigencia.
Fuentes:
British Dyslexia Association. (2021). Dyslexia guidance and support. https://www.bdadyslexia.org.uk/
Shaywitz, S. E. (2020). Overcoming Dyslexia (2nd ed.). Vintage.
International Dyslexia Association. (2023). Dyslexia Basics. https://dyslexiaida.org/
Snowling, M. J., & Hulme, C. (2021). Reading disorders and dyslexia. Current Opinion in Pediatrics, 33(6), 653–659.



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